A los pocos meses de nacer, Hellen Keller se quedó ciega y sorda. Gracias a la insistencia de su institutriz pudo conectarse con el mundo exterior e iniciar un periplo de viajes, libros y conferencias con el objetivo de contar su historia y lo que iba aprendiendo por el camino. Uno de tantos referentes, una inspiración para estos momentos en que parece que estamos sin sentidos, aún teniéndolos.
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