Nos encanta el apocalipsis. En las conversaciones banales impera el pesimismo. Volvemos de las vacaciones y siempre contamos primero las desgracias, normalmente relacionadas con los percances de los vuelos y las agencias de viajes. Luego, si hay tiempo para más, se cuentan las experiencias positivas.
Quién no ha pensado alguna vez que se acabará el mundo y que vivimos el peor momento que se ha vivido nunca en la historia de la humanidad. La crisis económica que vivimos ahora ayuda bastante, la verdad. Y también la depresión post vacacional y la pandemia de Gripe A. Precisamente a este último punto quería llegar.
Este verano, a falta de escasez de temas y falta de personal, se informaba del degoteo de muertes por gripe A. Siempre se empezaba “Nueva víctima de gripe A…” y se terminaba “los expertos afirman que no hay que preocuparse, esta gripe causa menos muertes que la gripe estacional”. Muy bien por la coletilla, pero la primera parte golpea en lo más profundo de nuestro inconsciente, apreta un botón mágico, el del miedo y el apocalipsis. Luego, lo que venga después, qué más da. El botón ya está encendido. Y el terreno ya está bien adobado para lo que vendrá con el frío.
Después, cuando se buscan los por qués, llega la teoría de la conspiración, del gobierno a la sombra, de los hilos negros que gobiernan nuestras vidas. Se busca a uno o dos culpables como mucho. Como si hubieran quedado para hacer unas copas y lo hubieran pactado todo de antemano para enriquecerse y perpetuarse en el poder. Todas estas historias alimentan la imaginación (¿Quién mató a JFK?) pero no tienen ni pies ni cabeza, aunque nos gusta pensar que sí lo tienen. Creo de verdad que todo es muchísimo más complejo de lo que parece y que una de las cosas que caracteriza nuestra sociedad es la gran cantidad de hilos que hay que tirar para llegar al quid de las cuestiones. La culpa se diluye y provoca que acabemos por desistir, exhaustos, o simplificando el “problema”. Reconozco que a mi me resulta difícil, teniendo en cuenta que mi trabajo se basa en la síntesis y el resumen…
Con todo, pienso que la mayoría somos cómplices de lo que ocurre, de lo positivo y lo negativo, porque participamos del sistema. Como dijo Pepe Rubianes: “todos somos culpables desde el mismo momento en que nacemos”.
Para finalizar, me he reservado de poner links en todo el post para que se lleve todo el protagonismo una estupenda iniciativa de bloggers del sector de la salud que lleva como lema "ante todo, mucha calma". En el blog Salud con Cosas, podéis leer su "manifiesto"; y también tienen una web y un grupo en Facebook. A ver si conseguimos entre todos quitarnos el miedo del cuerpo.
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