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9 de julio de 2014

La difícil tarea de escuchar

Foto de bryonia

Los que somos periodistas sabemos lo difícil que resulta hacer una entrevista y escuchar a tu entrevistado. Parece muy básico, por eso nadie te lo enseña, pero en realidad es la parte más complicada de una entrevista: Estar atenta a lo que dice tu interlocutor y a la vez mantener la capacidad de hacer "buenas preguntas". Por eso, las mejores entrevistas suelen ser aquellas que no se hacen en directo, se graban sin ninguna pretensión, puede que con intención de recuperarlas más tarde y seleccionar lo más importante. Por algo será que los periodistas de la "antigua escuela" prefieren el lápiz y el papel, el tiempo suficiente y un ambiente relajado para que salga lo mejor de ambos.

Hace algunos días participé en un taller de Alejandro Jodorowsky y me encontré en una situación parecida. Uno de los ejercicios del taller consistía en sentarse enfrente de un desconocido y contarle tu vida en un período determinado de tiempo que Jodorowsky iba marcando. Una persona contaba su vida y la otra debía limitarse a "sólo" escuchar. ¿Qué creéis que es más difícil? De entrada, así en frío, pensar en hacer un resumen de tu vida a a alguien que no conoces de nada se plantea como una misión pesadumbrosa: ¿Por dónde empiezo? ¿Qué destaco? ¿Dónde me detengo más?.... Pero lo cierto es que, sean 5 minutos o 2, una vez empiezas te das cuenta que todo va fluyendo y el discurso casi parece que te lleva de un acontecimiento a otro, casi sin esfuerzo. Me di cuenta una vez más que estamos muy bien dotados para contar historias, nadie se queda en blanco ahí, y más cuando se habla de uno mismo. Pero lo que más me llamó la atención de cuando yo contaba mis propias historias es que mis ganas y mi ímpetu cambiaban en función del interés que parecía mostrar mi interlocutor. Hubo uno de los tres que noté que desconectó ya en el minuto uno. Otra mujer parecía más interesada y me dio la sensación que escuchaba hasta el final. La última chica habló antes que yo y me di cuenta que teníamos vivencias parecidas, así que cuando me tocó a mi le conté experiencias parecidas a las suyas y fue la que más atención mostró. 

Cuando me puse en el lugar de "escuchadora" sí que fue realmente complicado. El primer señor no escuchó las instrucciones del ejercicio y me contó durante 5 minutos los libros que se había leído de Jodorowsky. "Qué ironía -pensaba mientras él hablaba- estamos haciendo una práctica sobre hablar y escuchar y empieza sin enterarse de lo que tiene que hacer". Este pensamiento no me dejó tranquila en casi toda su intervención, así que poco oí realmente de lo que me contaba. Con las otras dos personas la experiencia mejoró y, como he dicho, hubo mejor escucha y habla con la que teníamos más pensamientos y vivencias en común.

Esta tarde, escuchando esta maravillosa canción de Jarabe de Palo después de muchísimos años, me vino a la mente la experiencia del taller y he constatado que la soledad es una auténtica epidemia (muchas personas de la sala terminaron abrazados llorando a hombros del hasta hace pocos minutos, "desconocido"). Solos, en una jauría de conversaciones insulsas que a veces parece que tocan el alma pero lo único que hacen es cubrir con más hielo lo importante. Pienso en lo poco que nos esforzamos en general por escuchar en cuerpo y alma a los que están cerca sobre todo cuando realmente lo necesitan. ¡Es tan simple...! Sólo escuchar, estar... Y al mismo tiempo complicadísimo. Por suerte, como cuenta esta canción, cuando ya todo parece perdido un amigo aparece y tan sólo con mirarte sabe lo que necesitas: Que alguien diga las palabras mágicas y todo se ponga de nuevo en su sitio.

25 de marzo de 2014

¿Tú de qué extremo eres?

¡Hola! Desde un extremo. Foto de txindoki

Cualquier mensaje con engagement, reciclado de algún escritor trasnochado, puede transformarse en toda una filosofía de vida si la publica un influencer, siempre que antes haya pasado por algún filtro de Instagram y se le hayan aplicado los hashtags correspondientes. Cuando los gurús de la tecnología empezaron a hablar de un futuro en el que sería posible personalizar la información no imaginé que eso en realidad significaba: Escoja usted lo que más le convenga, quédese siempre con lo que más le convenza y elévelo a la categoría de religión.

Las opiniones elevadas a religión en Internet se transforman en una arma muy potente para lograr visibilidad y hacer banderas, apologías, posts e, incluso, camisetas. Las opiniones se plasman en mandamientos y el que tiene mejor gracia en contarlos gana más retuits, likes y comentarios. Incluso este post, que pretende criticar la polarización de las opiniones, se está convirtiendo en un texto reivindicativo que busca que se calienten los comentarios a favor y en contra.

Grupos de influencers que opinan igual se encuentran en foros, redes sociales y quedadas presenciales para corroborar que lo que piensan es ciencia y lo que la ciencia dice parece corroborar cada uno de sus pensamientos. La información, entendida como materia prima a través de la que las personas se crean una opinión para argumentar con los demás, es un tesoro cada vez más difícil de localizar. ¿Quién está dispuesto a pagar la información de calidad? ¿Qué periodista trabajará simplemente por amor a la profesión información básica para la ciudadanía? Todo un rompecabecas del que siguen faltando piezas.

Los bloggers a veces hacen de periodistas de medios, los periodistas de medios hacen de bloggers. Los tradicionales géneros periodísticos se fusionan, se entrelazan y acaban difuminándose en algo híbrido sobre lo que es difícil discernir su fiabilidad.

Los emisores de información (sean personas, empresas, instituciones, marcas...) se clasifican en dos únicas categorías: "Buenos" o "malos" en función del latigazo provocado por la última horda de "internautas" cabreados o de fans entregados a la causa.

Hoy, cuando firmas una petición online, escribes un tuit o un post en tu perfil de Facebook, debes tener en cuenta que tal o cual idea podrá ser llevada hacia un extremo: Si publicas sobre animales corres el peligro de convertirte de la liga por la defensa de los animales, si publicas sobre un partido político, automáticamente estarás votándolo las siguientes elecciones.

Con todo, siendo consciente que he llegado a polarizar en este post a los que polarizan y a los que intentan no hacerlo, ¿tú de que lado estás?

5 de febrero de 2014

Rompiendo el hielo con Francesc Boix


Son ya muchas semanas sin acercarme por aquí. Alguien ha llegado a preguntarme si me ocurría algo, si todo iba bien. Y sí, por suerte estoy viva y sana. Debo confesar que el motivo de todo este tiempo sin publicar no ha sido un olvido, es más: No ha pasado semana sin acordarme de lo abandonado que tenía el blog. A pesar de acordarme de él, he puesto distancia entre medio. En realidad no me atrevía ni a entrar a ver en qué condiciones lo había abandonado. Durante todo el tiempo he preferido no verlo para conservar la certeza de que cuando regresara (porque sabes que tarde o temprano lo harás) todo volvería a ser igual, como cuando entraba aquí y me dejaba llevar durante algunas horas. ¿Y sabéis qué es lo peor de todo? El hielo que va acumulándose y rompiendo en mil pedazos las ideas, ese hielo que hace que cada vez que piensas en un tema sobre el que postear sientas estremecimiento y escalofríos. Hielo que resquebraja la determinación y te hace pensar que no hay nada que haga que merezca la pena volver.

Al fin hoy me he decido a pegar saltos encima de la placa de hielo cogida de la mano de una persona muy especial: Francesc Boix, un fotoperiodista superviviente del campo de exterminio de Mauthausen que ha pasado a la historia por ser el único español que declaró en el proceso de Nuremberg. Después de descubrir su historia viendo este documental que os recomiendo, me parece que es la persona idónea para ayudarme a romper y fundir el hielo. Su pasión -la fotografía- le dotó de un importante carisma entre sus compañeros y le propició un trato de favor por parte de los nazis del campo de concentración. En el infierno Boix vivía el presente esmerándose en pasar cada uno de los días de la mejor forma posible y ayudar a sus compatriotas. Para muchos no existía el presente y menos aún el futuro. Pero él tuvo la visión de ver que aquello no podría durar siempre, paso indispensable para convertirse en una pieza clave cuando terminó la guerra: Un sofisticado plan diseñado por un grupo de personas lideradas por él consiguió salvar los negativos del horror y servir de prueba para condenar a los verdugos.

La sonrisa diáfana de Francesc me dice que todo, tarde o temprano, termina llegando. Que es trabajo de las personas honradas dedicarse a vivir la vida con esmero y sólo así cuando llega el momento se está preparado.
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